domingo, 26 de septiembre de 2010

El más grave problema de la juventud actual:

La carencia de inquietudes espirituales

E
xiste una gran frialdad entre la juventud actual, es el frío de lo que no tiene importancia, de lo superficial. Creen los jóvenes que importante es lo que no es importante, suponen que la última moda, o el coche último modelo, o el último concierto de rock, o vallenato, o la discoteca del fin de semana, es lo único serio. Llaman serio a la aventura amorosa, a la vida sedentaria, a la copa de licor, al partido de fútbol, a la carrera de automóviles, al chismorreo, a la calumnia, etc.
         Obviamente, cuando el joven del día o la joven del salón de belleza escuchan algo sobre esoterismo cristianismo, sobre la transformación psicológica, sobre Gnosis, como quiera que esto no está en sus planes, ni en sus tertulias, ni en sus placeres sexuales, responden con un no sé qué de frialdad espantosa, o sencillamente retuercen la boca, levantan los hombros, y se retiran con indiferencia.
         ¿A qué se debe esa apatía psicológica, esa frialdad espiritual que espanta? Esto es el resultado de dos cosas: primero, LA IGNORANCIA MÁS TREMENDA. Segundo, LA AUSENCIA MÁS ABSOLUTA DE INQUIETUDES ESPIRITUALES.
         A los jóvenes les falta un contacto, un “choque eléctrico”, que nadie se los da en el centro comercial del momento, tampoco entre lo que se cree serio, ni mucho menos en los placeres Infra sexuales de la cama. Pero si alguien fuera capaz de darle a ese joven frío o a la superficial jovencita, carentes en absoluto de expectaciones espirituales, el “toque eléctrico” del instante, el chispazo del corazón, alguna reminiscencia extraña, un no se qué demasiado íntimo… tal vez entonces todo sería distinto.
         Pero algo desplaza a la “vocecilla secreta”, a la primera corazonada, al anhelo íntimo; posiblemente una tontería, la hermosa camisa de alguna vitrina o aparador, la compañía exquisita de una amiga o amigo, el encuentro con la noviecita que más tarde no tiene para él ninguna importancia, etc. Tonterías, necedades que no siendo transcendentales, sí tienen fuerza en un instante dado como para apagar la primera inquietud espiritual, el íntimo anhelo, la chispa de Luz, la corazonada que sin saber por qué nos inquietó por un momento.
         Si esos jóvenes que hoy son cadáveres vivientes, fríos noctámbulos de la discoteca o antro, fanáticos de algún equipo de fútbol, o seguidores inconscientes de algún partido político, no permitieran sofocar o apagar la primera inquietud íntima, se convertirían en luminarias del espíritu, en adeptos de la Luz, en Hombres y Mujeres auténticos en el sentido más completo de la palabra.
         El chispazo, la corazonada, un suspiro misterioso, un no sé qué, fue sentido alguna vez por el joven de la clase baja, o media, o alta; por el joven sobresaliente en los estudios del colegio o de la universidad; o por el joven, que debido a su condición económica ha tenido que ir a trabajar para llevarle el sustento a su madre enferma, abandonada y a sus hermanos menores; lamentablemente, las necedades de la personalidad siempre apagan el primer chispazo de la Luz; después prosigue el frío de la más espantosa indiferencia.
         Incuestionablemente, a la inmensa mayoría de jóvenes se los traga tarde o temprano, la carencia más absoluta de inquietudes espirituales; esta verdad resulta incontrovertible. No existe joven alguno, que en la vida no haya sentido alguna vez una corazonada, una extraña inquietud; desgraciadamente, cualquier cosa de su idiosincrasia adquirida en la casa, en la escuela, en el colegio, en la universidad, o en las interrelaciones de amistad, por tonta que esta sea, es suficiente como para reducir a cenizas eso que en el silencio de la noche le conmovió por un momento.
         El Ego, el “Yo”, el Pecado, eso que aprisiona nuestra Alma, y la tiene adormecida, gana siempre estas batallas, “ello” se alimenta, se nutre precisamente, con nuestras propias debilidades. Eso, el “Yo” psicológico, que la gente por estos día tanto endiosa, eso horripilante que llamamos lujuria, ira, orgullo, pereza, gula, envidia, codicia, etc., es terriblemente mecanicista; cualquier joven poseso de esos elementos inhumanos e infrahumanos, se encuentra desprovisto por completo de toda inquietud espiritual, y por lo tanto es incoherente y se mueve en el mundo de sus fantasías...
         Si cualquier joven hiciera lo que nadie hace, esto es, avivar la íntima inquietud surgida tal vez en el misterio de alguna noche, no hay duda de que a la larga se asimilaría a la inteligencia del Espíritu Santo y se convertiría por tal motivo en Hombre Real. Eso es, precisamente, lo que el Plan Divino del Espíritu Universal de Vida quiere; pero a esos jóvenes tan fríos, apáticos e indiferentes, siempre se las traga el “Yo”, el Ego, el Pecado; después viene la igualación a través de la muerte.
         La muerte iguala todo. Cualquier “muerto viviente” desprovisto de inquietudes espirituales, degenera terriblemente en forma progresiva hasta que el “Yo” psicológico pluralizado, lo devora, se lo traga totalmente. El  Logos Solar, Dios, ese Ser Uno y siempre presente en la naturaleza, o en la naturaleza "In Abscondito", quiere crear Hombres, como lo podemos constatar en cualquier Génesis de cualquier religión; desgraciadamente, tal experimento no le ha dado muy buenos resultados. El “Yo” o Pecado se traga a la gente.
         Al respecto, el V. M. SAMAEL AUN WEOR, dice: “Esto no le interesa a nadie, mucho menos a los “ignorantes ilustrados”; ellos se sienten la mamá de los pollitos o el papá de Tarzán. El Sol ha depositado dentro de las glándulas sexuales del “animal intelectual” (equivocadamente llamado hombre), ciertos gérmenes solares que convenientemente desarrollados podrían transformarnos en Hombres auténticos. Empero el experimento resulta espantosamente difícil debido precisamente al frío lunar. Las gentes no quieren cooperar con el Sol (Dios) y por tal motivo a la larga los gérmenes solares involucionan, degeneran y se pierden lamentablemente.”
         “Desafortunadamente, las gentes tienen el centro magnético de gravedad en la personalidad, en el café, en la cantina, en los negocios del banco, en la casa de citas o en la plaza de mercado, etc. Obviamente, todas éstas son las cosas de la personalidad y el centro magnético de la misma atrae a todas estas cosas; esto es incontrovertible y cualquier persona que tenga sentido común puede verificarlo por sí misma y en forma directa.”
         Infaustamente, al leer ésto, los jóvenes desprovistos de inquietudes espirituales, lo leerán con desdén, lo mirarán con frialdad pasmosa y preferirán leer la crónica roja, o mirar la revista de farándulas. Y luego, unas cuantas cervezas y los comentarios acerca de lo que dijo algún personaje nacional resultan magnífico alimento para éstos. Sin embargo, algunos se sentirán muy serios; indudablemente, sus propias fantasías los tienen alucinados, y estas cosas de tipo espiritual escritas en esta revista,  insolentes para ellos, les molestan demasiado.
         No hay duda que la mente negligente de muchos jóvenes, no se atreverían a iniciar un estudio de su psicología íntima...